lunes, 29 de octubre de 2007

Lo que oiré desde mi ataúd

Nació, creció y murió. Solo tenia 24 años, una verdadera perdida. Aquí reunidos, están quienes le acompañaron, sus padres, su hermana y sus amigos… Pudo haber sido brillante, si no hubiese errado las decisiones. Pero así es la muerte, actúa de maneras inesperadas.

(Eso diría el cura, esto debería haber dicho)

Nació, creció y murió. Nunca perteneció a este mundo, aunque intento pasar por mortal reiteradas veces. No fue una persona dada a la sinceridad, sus dotes de escritor le llevaron a crear mundos en todas partes. Se enamoro una sola vez, y le traicionaron. Decidido a olvidar se ahogo en la melancolía de la espera. Su impaciencia y su personalidad avasalladora le hicieron darse mil veces contra el piso, pero como los golpes no le mataron, los paso por alto. Se desligo de la humanidad poco antes de terminar el colegio y al entrar en la universidad se colapso de ideas influyentes que marcaron para siempre hasta el ultimo de sus días. El negro y el blanco se hicieron uno en su alma enfundada de tonos sociales. Critico hasta la última idea poco conservadora que se cruzo por su cabeza, se transformo en lo que no era y eso, finalmente culmino su vida en la más amarga de las victorias, sumido en la muerte de quien mas amaba, excusado en lo que no creía y no le interesaba. Una sola vez fue realmente feliz y se sintió realmente fuerte y fue aquella tarde, en que su padre lo convirtió en hombre regalándole el reloj de su abuelo. El resto de su vida la paso entre decisiones erradas y el arrepentimiento por lo que no hizo. Como la aventura con aquella actriz con quien soñaba tras bambalinas, mientras la confundía con la única mujer que de verdad amo, con esa que repartía panfletos a las mujeres de los campamentos, o a los obreros de los sindicatos, con la burguesita hippie que partió antes que él. Pudo haber sido brillante, si no hubiese errado las decisiones. Pero así es la muerte, actúa de maneras inesperadas.